Le vendo esta tristeza de noviembre
o este frío de agosto sin descanso.
Tal vez prefiera un cuarto
de este dolor de escarcha
que está tras el latir de los relojes,
o medio kilo exacto de ternura.
Le vendo un sueño lleno de justicia,
la mitad de una angustia abandonada,
el doble del amor que puede ver
en el escaparate sin cristales.
Mejor le vendo un litro
de lágrimas llovidas de la pena,
o metro y medio cúbico de risa.
Tengo migajas sucias de desprecio,
y abrazos de perdón en la nevera.
Por aquí hay conservas para el gozo.
Las rebajas del miedo están arriba.
También puedo venderle
un campo de ilusiones
o un trozo de este pan de soledades
o un décimo de hoy que tocó ayer
y supone millones de esperanzas.
Le vendo un vuelo blanco de palomas
o estas armas de acero inoxidable
o este terror que abrasa en las esquinas
o esta viejas cadenas de museo
o esta hucha sin fondo...
Le vendo un verso libre sin fronteras.
¿Prefiere esta rodaja de silencio,
o le pongo un puñado
de gritos esqueléticos sin voces?
Vendemos lo que quiera,
lo que pida o desee, cuando usted guste.
Y si pasado el tiempo del olvido
no queda satisfecho,
le devolvemos su conciencia.
Ramón Molina Navarrete
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