Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 0. Primavera-2005

Asociación Cultural Claustro Poético

 

Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Presentación


Poemas

Toca retirada

Viento

Amores sin espinas

Viejos de Otíñar

El Gordo

Tu pelo blanco

Tiempo

Aquella noche, en Jaén, junto a...

Corona viva

Poema de Primavera

Supermercado abierto

Mi brindis

Dedicada a la sencilla conciencia

Las danzas del mundo


Colaboraciones

El hombre de piedra

El Romancero de Jaén. La Catedral

Las leyendas de Jaén. El ecce homo de Las Bernardas


Noticias

Premios Jaén

En recuerdo de Rafael Valdivia

  Claustro Poético diez años después 

Premio de Poesía Internacional


Colaboran en este número


Cartas al Director


 

 

 

 

 

 
EL HOMBRE DE PIEDRA*

            Mi mayor pasión es pasear por las sierras de Mágina, recorrer su difícil orografía mientras mi piel se empapa de agua y sal, y mis ojos se deleitan con los colores del paisaje, que van cambiando de tonalidad a medida que cae la tarde. No sé si será visión del verde oscuro de las encinas o del más vivo de los pinos, o del azul cárstico de las piedras jurásicas, o del pardo matorral de tomillos y piornos, o acaso de mi brusco vaivén cervical que busca en las alturas de los montes y en la profundidad del valle un alma solitaria como la mía. Sin encontrar más que alguna que otra cabra montés o un rebaño de ovejas en busca de pastos.

            No veo almas con las que compartir la poesía del paisaje, pero sí me encuentro con piedras que me hablan de su presencia, que me traen a la mente el arduo trabajo de hombres que antaño se lanzaron a la sierra para extraer de ella su subsistencia. Con hachas y azadones transformaron el entorno, buscando derrotar a un bosque milenario, fuente de madera, caza, carbón, pastos, oxígeno,... y vida. Hicieron llanos de montañas a base de deforestar parte de la sierra y construir albarradas de piedra sobre piedra. Pero pasaron los años, el suelo perdió la capa fértil que lo cubría, el agua de las tormentas transformó en profundos barrancos las suaves cañadas desprotegidas de vegetación arbórea, las fuentes se secaron...; y el hombre abandonó aquellos campos. Pero las piedras aún permanecen erguidas, entre una naturaleza que quiere recuperar su espacio.

 

 

Estas piedras que el hombre levantó están plenamente integradas en el entorno, forman parte del mismo, emanan poesía como el mismo paisaje:

 

“La piedra representa una pasión, una figura estrecha

creada por millares de cuerpos enroscados en el gran

espacio vacío del desierto...”.

Luis de Mármol                    

 

            Aquí ya no hay gente, pero no hay desierto. La vida brota por doquier a borbotones. No hay silencio, el silbido del viento entre las ramas de los árboles, el gorjear del cuco invisible, el lejano balar de las ovejas, la caída del arroyo en la garganta, el planeo expectante del águila perdicera... ponen música al paisaje, tanto que las mismas piedras participan en el concierto:

 

"Piedra a piedra la tierra busca el cielo.
Paso a paso hacia el sol suben mis plantas.
La brasa de la vida aún palpita en mi pecho
Y ocioso está en la piedra el cuchillo de piedra".

  William Ospina                               

 

            No puedo menos que dejar escapar una lágrima por el recuerdo de unos hombres que fueron a conquistar la sierra, que dejaron aquí su vida y sus sueños, entre la piedra. Aunque así lo creyeron, no fueron derrotados, su huella ha quedado en cada rincón donde sus manos tocaron. No los condenéis, fueron en busca de la supervivencia, sin lágrimas,  sin cánticos, sin risas y, al menos durante un tiempo, sobrevivieron:

 

"De piedra, los que no lloran.

De piedra, los que no gritan.

De piedra, los que no ríen.

De piedra, los que no cantan". 

              Rafael Alberti                                       

             Allí, en la alta montaña, construyeron sus refugios agricultores y ganaderos con la denominación de chozos, cuevas o caracoles. Como elementos constructivos, los mismos del terreno. Cientos de ellos salpican los montes de Mágina, deshabitados y perdidos en el paisaje, ajenos a los cambios de los modos de producción, sólidos y altivos.

 

 

 

            El chozo es como un nido al revés. Es la casa del hombre de piedra, del hombre sin llanto, del ser que de niño le borraron las lágrimas el hambre y el trabajo, del hombre que aprendió de la Naturaleza a hacerse su casa, como los pájaros. Lentamente van quedando menos chozos. Están huérfanos de legislación que los proteja, tradicionalmente despreciados por las autoridades de turno cual obra de “analfabetos”, que tanto contrasta con las obras monumentales de los grandes arquitectos.

 

"Éramos cuatro y somos uno, y aunque
nuestras sombras se alientan en distintos soles
un recuerdo de piedra nos mantiene".

Rafael Pérez Castells

 

            Su presencia me alienta, me lleva por el camino de piedra que siguieron los arrieros y recoveros entre pueblo y pueblo, quizás sintiendo las mismas sensaciones que aquellos cuando trajinaban por estos caminos, hoy semiborrados:

 

"Así es mi vida,

piedra,

como tú. Como tú,

piedra pequeña;

como tú,

piedra ligera;

...

como tú, que no has servido

para ser ni piedra

de una lonja,

ni piedra de una audiencia,

ni piedra de un palacio,

ni piedra de una iglesia;

como tú, ..."

León Felipe

 

           Arriba, más arriba, por las alturas de Mágina, sigue el sendero. El camino de los neveros me lleva hasta las cumbres nevadas, a más de dos mil metros de altura, donde otras piedras olvidadas me llaman. Con ellas allanaron el sinuoso camino y construyeron los pozos de nieve, tan valiosa en medicina y gastronomía durante el verano. En las altas cumbres tampoco hay silencio, el concierto alcanza el cenit del evento. Ellas nos hablan de penas y de sueños, de hombres de piedra que, con sus propias manos, quisieron conquistar el cielo.

 

*Juan Antonio López Cordero

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