Las danzas del mundo tienen
más de siete velos,
las conferencias se han hecho
para dormir entre el trabajo
de los demás.
El viento se quedó con tu cara
y no paró de empujarte hasta
arrastrarte lejos... lejos de mis
zapatos.
Pero no quiero que tu corazón
eche raíces lejos de mí
tiesto de sonrisas, abonaré
tu planta con miradas, con palabras
que son como miradas y la
regaré con lágrimas de felicidad,
con los días que me sobren
del calendario.
Sólo te pido que cuando te
marches otra vez me dejes
tu corazón para que yo lo
cuide, quiero regar los
giralunas que he plantado en
tus manos y
moldear el césped de tus
pupilas.
Ana Toledano
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