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D.L. J-309-2005 ISSN 1699-6151 |
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Elegía*
Anoche a mí llegaste como una sombra clara,
pálida y fría, no sentí apenas
si estabas tú debajo de aquella piel de escamas.
Anoche a mí, escondida entre tus manos,
me trajiste la luna, fría como la plata.
Te fuiste anoche,
anoche para siempre con el alba.
Ora con tu perfume presente de cadáver
templo mi lira desatada en vano;
cubierto de cenizas el lecho se deshace
y en las últimas ascuas odio y amo.
Anoche con resquemor de muerte me arropaste
y entre las sábanas de Deyanira
nos cubrió la ponzoña de aquel rencor infame.
Anoche, temerosos de aquel fuego,
veneno de escorpión de aguja me inyectaste.
Te amé anoche,
anoche era demasiado tarde.
*Manuel Muriel Rivas
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