Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 40. Primavera-2015

Asociación Cultural Claustro Poético

 

  Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

  Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Compañía nocturna de tu cuerpo

Verde

Zurito

Hoy, más que nunca

Licor, frambuesa y pipermint

Cruza las nubes valiente

Las campanas de la muerte

A ti, mujer

Me asomé a la puerta

Me quedé embarazada

Bajo las sombras del asombro

Cuanto más se ama, más se sufre

La historia de su amor por nosotros

Los nudos de la existencia

Me alimento de los recuerdos, pero me sacio de Dios

Nuestra existencia no existe sin amor

Oración de un caminante


Colaboraciones

Aforismos

Huerto


Noticias

Premios de poesía abril-junio 2015


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Me alimento de los recuerdos, pero me sacio de Dios*


 

Sobre el campo celeste, las olas del viento me hablan

del tiempo y de su armónico conjugar de verbos.

Los días me sorprenden con su abecedario

de recuerdos y su aromático lenguaje de silencios.

También la noche me atrapa sin lágrimas,

después de tanto desconsuelo clavado en el alma.

Intento reencontrarme y encender el ánimo,

mientras el mensajero aire me acaricia por dentro.

                Qué duros momentos los vividos sin amor,

                reviviendo en mi retiro tu ausencia.

 

A veces he querido preguntarte por tus promesas,

pero tú me intimidas con tus amenazas,

con la mirada más cruel y la hazaña más ruin,

y retorno pensativo a mis soledades,

con las que convivo esclavo de mi pensamiento.

Qué locura más tormento

enamorarse de un corazón de roca.

Qué locura más loca

tejer y entretejerme a un cuerpo que jamás me amó.

Estoy triste y aún no sé por qué espero tu voz.

                Quisiera saberlo y sólo sé que estoy muy solo.

                He querido ser río, pero tú nos has querido ser mar.

 

Al final me alimento de los recuerdos,

pero me sacio de Dios, que está ahí abrazándome,

viviéndome y reviviéndome como hijo suyo,

no necesito nada, estoy bien, lo tengo todo,

porque su amor es tan hondo que estoy vivo

por dentro, aunque por fuera agonice desolado.

Satisfecho por haber vivido,

salgo de mi mismo, voy hacia los demás.

                Como el incienso que se quema cada día,

                yo quiero perfumar la vida, ¡el Señor está vivo!

 

                 *Victor Corcoba Herrero, 20-diciembre-2014.

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