Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 40. Primavera-2015 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero |
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Cruza las nubes valiente*
Vuela, mi amor, a la altura Y conquista el ancho cielo, Que, alcanzado de tu vuelo, Se rendirá a tu hermosura. Abre las alas y apura La brevedad de tu viaje. No temas, ve con coraje Donde habitan las estrellas, Brillos vagos y centellas Que alumbran hoy el paisaje. Cruza las nubes, valiente, Y, en las lejanas mansiones, Corona sus torreones, Vuelve estandarte tu frente. Antes que verte doliente, Álzate, bella, en el viento. Se llama en el firmamento Y en el aire primavera, Aunque diciembre quisiera Quebrar tu voz y tu aliento. No te apartes del camino Cuando vayas a la altura, Mientras, lleno de amargura, Ves nuestro llanto vecino. En el aire peregrino Serás un gorrión pequeño. Regálate, pues, al sueño, Cuando, gala a tu belleza, Quiere ser oro y pureza, El sol que tomas por dueño.
Soneto XXI
Rindió el bastión sus torres y su muro, Sus piedras y su fuerza, y, generoso, El cielo se hizo claro y espacioso, Soltando sus corceles sin apuro. La sombra desmintió su velo oscuro Dejando que bullera, luminoso, Un sol febril, acaso temeroso Del hielo de la noche, el aire puro. El mar halló el pincel que, con el día, Manchaba con sus fuegos el paisaje, Llenándolos de luz y de belleza. Cansada de esperar, tu voz dormía, El alma presta, lista para el viaje, Helado el pecho, viva la tristeza
Soneto XXII
Recuerdo tu mirar, que, perezoso, A veces quejumbroso de la vida, Los párpados cerraba, si, dormida, Buscabas un descanso más gozoso. Sentada en la butaca, con reposo, Solías ver las horas, su partida, Corriendo a la aventura, y, aburrida, Salvabas un bostezo generoso. El sueño era en tus carnes un consuelo Que siempre tus plegarias suplicaron Aquellas tardes grises y otoñales. Soñabas, y tus sueños eran cielo, Descanso a los dolores que segaron Sonrisas, otras veces, con sus males.
Soneto XXIII
Dejaste este rincón cuando la aurora Lucía sus mayores hermosuras, Sus luces y sus galas, donde, oscuras, Las sombras la supieron vencedora. Llegaba la mañana que, sonora, Los pájaros halló en las espesuras, Alegres de encontrarte en las alturas, Un ángel resignado que no llora. Luciérnaga que brilla sin apuro El tiempo que se escapa traicionero, Los cielos liberó del viejo muro. Será llorar tu falta al mundo entero Buscar consuelo, como el aire puro, Allí donde se apaga tu lucero.
Soneto XXIV
Despierta en el recuerdo de tu aliento, Tu voz resuena, brilla la mirada, Canción de amor que llena la alborada Y el cielo corre, alada como el viento. Testigo de la luz de aquel momento Que pudo ver tu llama ilusionada, La tarde luminosa derramada Hallé en tu voz, tu amor, tu sentimiento. Partió, sin avisar, hacia otros mares, Acaso temeroso, fugitivo, Tu espíritu, buscando otros lugares. Pudiera izar la vela estando vivo, Como un aventurero a los altares, Mi aliento hacia tu voz, volando esquivo.
Soneto XXV
No pierdas en el reino de lo oscuro La gracia de los besos pronunciados, Que fueron con cariño regalados Para aliviar tu rostro limpio y puro. La sombra del ocaso será un muro Que no podrán cruzar cuando, callados, Los diga tristes, débiles, cansados, Viajeros en el alba con apuro. En mí retengo todos los momentos Que no repetirá, al correr, la historia, Tesoro de mis horas y mis días. Tu ausencia cobra un mar de sentimientos, Mas no te borrará de la memoria Ni en penas ni en dolor ni en alegrías.
*José Ramón Muñiz Álvarez.
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