Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 58. Otoño-2019 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinador: Juan Antonio López Cordero |
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El río Leteo o el eterno olvido*
El infierno griego, el Hades, más que un lugar de tormento era un tiempo de espera antes de cruzar el río, el río del olvido. En él bebían las almas, al reencarnar, una cierta medida; no demasiado ni demasiado poco, lo justo para recordar lo esencial. Quien se excedía olvidaba del todo lo que fue, y vivía asilvestrado entre la pasión y el sinsentido; el austero, en cambio, nunca perdería el brillo de la verdad en sus ojos. Porque venir a un cuerpo humano, soportar la apariencia y el anhelo del ser requiere agallas de quien busca la verdad con esperanza. Bien sintiéndose amante o doliente en la vida ya depende de cada cual. Qué nos deja el mito del olvidado infierno? Pues la sed de saber lo que fuimos; no para indagar lo que dejamos de hacer, mas por el consuelo de lo que hubimos perdido. Tiempo ha, la realidad se escindió en dos mundos: el del espíritu, atemporal indefinido, y el escenario de esta vida. Hemos echado al dios Pan, el Todo, y con él se fue lo infinito al cielo. Y ahora, el viaje a los infiernos semeja una etapa hacia el Parnaso, un peldaño entre una vida y la siguiente. Por fortuna, la eterna esencia de las cosas, lo infinito del océano en la gota, pervive en los poetas y no se ve alterado su sentido por la vorágine del tiempo ni el terror al devenir. Pero al nacer queda la impronta: “Yo soy tu destino y la vida del que busca”, clama el Autor. “¡Pero yo soy quien la vive! Vivo para ser y buscar, y busco para vivir el ser”, responde el lector.
*Jesús Gonzalo.
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