Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 53. Verano-2018

Asociación Cultural Claustro Poético

 

  Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

  Coordinador: Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Entrelazados

Sábana

Tugurio

Canto de la mañana

Los tarados

Reminiscencias

Una figura en el lago

El crepúsculo callado

Soneto V

Soneto VI

La yegua de la noche

Veo a una mujer maquillarse

Besos que duran diez minutos

Un mar de esquinas

Acompañados y acompasados por Dios

Camino del cielo

Coexistimos para consolarnos

El trono de la poesía está en Dios

La carga de la cruz

La nostalgia de sentirnos vivos

Puedo ser auténtico y aceptarme


Colaboraciones

Cuando ya nada se espera


Noticias

Certámenes de poesía julio-septiembre-2018


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Cuando ya nada se espera*


 

Cuando ves el final del camino a lo lejos, pero cada vez más cerca, la rutina comienza a disiparse.  Haces un examen crítico de la vida, surgen las preguntas y faltan las respuestas. Si pudieras volver atrás –siempre el mismo bucle en el pensamiento-, cuántas cosas no harías, cuántas cosas habrías hecho.

 

“Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,

mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,

fieramente existiendo, ciegamente afirmando,

como un pulso que golpea las tinieblas,

 

cuando se miran de frente

los vertiginosos ojos claros de la muerte,

se dicen las verdades:

las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

           La poesía es un arma cargada de futuro. Gabriel Celaya.”

 

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Viejo con bastón. Rosa Montes.

 

Cuando examinas la conciencia en aras del pasado y ves tu trayectoria que has querido siempre recta, encuentras tus errores, que han hecho a veces daño. Sientes la frustración de no haber conseguido bajar aquella estrella para entregarla a otras manos. Andas sin sentido, siguiendo las aceras del viejo barrio, notas que tus piernas han perdido el ritmo, mientras entre dudosos pasos sorteas las calles que te encuentras. Buscas entre la gente el silencio, el olvido, el cómo borrar de tus neuronas parte de un pasado que la arena del reloj no ha sabido enterrar.

 

“La arena de los ciclos es la misma

e infinita es la historia de la arena;

así, bajo tus dichas o tu pena,

la invulnerable eternidad se abisma.

No se detiene nunca la caída.

Yo me desangro, no el cristal. El rito

de decantar la arena es infinito

y con la arena se nos va la vida.

En los minutos de la arena creo

sentir el tiempo cósmico: la historia

que encierra en sus espejos la memoria

o que ha disuelto el mágico Leteo.

Todo lo arrastra y pierde este incansable

hilo sutil de arena numerosa.

No he de salvarme yo, fortuita cosa

de tiempo, que es materia deleznable.”

            Reloj de Arena. Jorge Luis Borges.

 

Hay un momento en que el tiempo parece detenerse y rozar suavemente tu barba entrecortada. Si no fuera por este sueño, que de vez en cuando recorre tu cuerpo, nada tendría sentido. Entonces retornas en tus pasos y vuelves más calmado al hogar, con la misma parsimonia de la ida, pero con la ilusión del sueño capturado.

 

“Desde el umbral de un sueño me llamaron...

Era la buena voz, la voz querida.

-Dime: ¿vendrás conmigo a ver el alma?....

Llegó a mi corazón una caricia.

-Contigo siempre... Y avancé en mi sueño

por una larga, escueta galería,

sintiendo el roce de la veste pura

y el palpitar suave de la mano amiga.”

                     Sueño. Antonio Machado.

 

Te dices a ti mismo: ¡déjame soñar! No remuevas las bridas que llenan la existencia. Y es que, en la soledad, hablas solo, cual alienado hombre que ha perdido la conciencia. No, no es así, tu sabes que es tan sólo un simple mecanismo de autodefensa de una mente tocada, que se sabe acorralada por el ictus de los años. Temes que llegue un momento en que no sabrás tu edad, cuando una a una comiencen a apagarse las luces de la mente. Mientras tanto, te aferras a ese sueño que, de vez en cuando, recorre tu cuerpo y te acaricia con mano de terciopelo.

 

Dale vida a tus sueños y, con ellos volando,

tocarás las estrellas y el viento, susurrando,

te contará secretos que para ti ha guardado

y sentirás el cuerpo con caricias, bañado,

del alma que despierta para estar a tu lado.

 

Dale vida a los sueños que tienes escondidos,

descubrirás que puedes vivir estos momentos

con los ojos abiertos y los miedos dormidos,

con los ojos cerrados y los sueños despiertos.

                Dale vida a los sueños. Mario Benedetti

 

            *Juan Antonio López Cordero.

 

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