Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 2.Otoño-2005

Asociación Cultural Claustro Poético

 

Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Sin estrellas

Anhelo de luz

Migrantes

Otro ladrillo en el muro

XVII

La Calma

Underground blue para...

Líneas de Nazca

Percival

El pájaro Pa-Pa... 

Laberinto

Torsos

De nuevo caigo de bruces...

Pseudo soneto en la memoria

Silente

El techo hipetro

Virgen cenicienta

El vástago

Las naranjas

Verdadero

Quimio

Carretera secundaria


Colaboraciones

Niño Ciego


Noticias

XV premio de poesía Ateneo Jovellanos

Poéticas desde la postmodernidad


Colaboran en este número


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Número 0

Número 1


 

 

      Las naranjas*


 

Deshabitada quedé en el ancho muro,

gimiendo crines por tu desnuda ausencia,

y pedía lunas, excavaba hojas,

al mentir a todo el mundo, desesperada,

con un tajo entre las piernas,

con un escoplo entre las manos,

y mis lágrimas eran topos bajo la playa

que desvestía la arena entre azahares.

 

Comí naranjas, quilos de naranjas,

y las babas llegaban hasta el suelo,

de color rojizo claro, húmeda saliva

y toda yo era agua de naranja,

toda yo era lágrima de fruta,

una gota que se prende en el océano,

un paso de bota dislocado,

siempre entre tinieblas y dolores.

 

Frente al televisor desnudo mis pechos,

las tetas erguidas, saltan sin rubores,

y soy todo lo impúdica que clamo, portentosa

porque he descubierto, por fin, el aderezo

de la ensalada de aceite y de naranjas,

he descubierto el azúcar de las mieles,

he reencontrado la furia asesina

de quien llora a gritos la miseria.

 

La miseria moral y material, según los anarquistas,

¿cuál es peor? Me pregunto, me reclamo, me argumento,

¿cuál es peor? Grito, con la pantalla ausente

de grandes y sonoros ritos y banderas.

Mi desnudez es como sangre rota

con alfileres, agujas y puñales,

y mi sangre limpia por fin los azulejos

de un cuerpo que por fin morir espera.

 

Vendrá la muerte y tendrá mis mismos ojos,

en ella veré la felicidad tardía,

en ella veré el hermoso silencio,

en la soledad más última,

en el cartílago de un cuerpo que al hundirse

beberá en la fuente de la vida

el último trago, dorado, indefenso,

de la naranja que se funde con los labios.

 

           *Teresa Domingo

 

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