Sábana*
Te envolví en la sutil sábana que tímidamente deslicé
a lo largo de tu figura desnuda e imponente sobre la cama.
Acariciaba lentamente tu cuerpo tocando el lienzo
notando los abultados pechos que destacaban
como dos frutas dispuestas a ser nectadas
por mi boca sedienta de jugos amorosos.
Mis manos abiertas oscilaban entre mejillas y muslos
palpando las finas hebras de la sábana
y mis dedos jugueteaban tanteando cada poro de tu piel
cada vello, cada vena, cada pliegue.
Descendí por tus hombros rozando despacio la tela,
como una pluma o como si amasara un pastel,
arribando a tu espalda que recorrí hasta tus nalgas blanquecinas
de carnes tiernas, suaves y jugosas
mientras apretaba con las palmas de mis manos
frotando levemente y alzando tus caderas a cada movimiento.
Te inclinaste de puntillas para sentir mi tacto
y abriendo las caderas extiendes tus muslos
que dejan entrever por la sábana
la sombra apetitosa de tu vello sobresaliendo entre las piernas
a través de la semitransparente tela
que me erotizaba causando mi extasiada contemplación.
Trémula y ávida te desprendiste del pudor
al despojarte del erotizante lienzo
y nuestros cuerpos se unieron en un cálido abrazo perenne
como preludio de una madrugada de goce infinito.
Noche de sábana, desnudez y erotismo.
Y la culminación del amor en sexo.
*Josep Esteve Rico Sogorb
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