Entre tú y yo hay montones de delfines,

montones de caballos,

de delfines que galopan entre innumerables olas encrestadas,

de caballos que nada y bucean entre valles, montañas, sierras y

cordilleras interpuestas

a kilómetros de distancia

para no aclarar nada de nada.

Entre tú y yo, y el otro y la otra que somos

se han callado palabras asertivas y claras, claritas,

y cabalgan y nadan silencios de ira

y de rencor que no aclaran nada.

No median más que entre tú y yo ecos y más ecos

de voces y palabras de un sin fin de otros y otras

vertidas sobre caracolas que retumban discordia

en medio de océanos y se estrellan con los acantilados

y vierten muerte

sobre mis ángeles y demonios que padezco

y sufro sinceramente

sobre la culpa devastadora que tengo

y sobre tú y los tuyos más rotundos

desamparados y en medio de la soledad más sonora

y explícita.

Arrojaría sobre las caracolas mis palabras

para no confundirte y verter ecos que no confundan

a nadie.

Quiero desmontar las fichas de este dominó

que sucumben una a una por la más inmediata

y cae hacia la inmediatez del vacío que prosigue

de tantos enemigos que estoy vertiendo sobre ti mismo y misma.

Desde este principio de no estar claro nada,

entre tú y yo he descubierto al otro y a la otra,

y la otroedad de los años y del tiempo que nos aplasta.

Creo que sería conveniente que empezase a hablar,

que me dejasen decir al otro y la otra

que no pintan nada entre tú y yo,

entre el pasado, el presente y el futuro,

y me reconforta saber que mi alma

está más nítida y clara

de tantos ángeles y demonios...

para volver a la vida aclarando todo

si estuviese yo misma muerta

en los infiernos y perturbase

a los vivos buscando mi paz...

y aclarando todo de todo y nada de nada

entre tú y yo.

              *Encarnación Sánchez Arenas

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