Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 5. Verano-2006

Asociación Cultural Claustro Poético

 

Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Bajo cero

Hermano

La eternidad en mis dedos

En tus espacios inconclusos

Mudé mi sombra

Dame una mentira enorme

Hombre masa

¡Oh!, trae el vino negro

Dadme, señor

Remembranzas

Unción

Amo la vida

Ayer

La Memoria

Noche Blanca

Travesía

En las ausencias

Ora et labora


Colaboraciones

La Luna


Noticias

III Certamen Digital de Poesía... GrupoBuho.com

I Certamen Int. Poesía "El Verso Digital"

V Premio de Poesía Experimental

Premio de Poesía Julio Tovar 2006


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La Luna*



            La Luna es sin duda el astro más poético, quizás por el aspecto tenebrista que da al paisaje, fuente de magia, leyendas e imaginación; o bien por su vinculación a los ciclos menstruales o meses lunares de antiguos calendarios; o quizás porque ha iluminado con su luz interminables noches de amor, pues la misma Selene, la Luna, se enamoró en la  noche de un pastor.

            El amor, tan perseguido en los siglos por rígidas y patológicas moralidades, ha tenido en la Luna su cómplice y confidente, por lo que la Luna fue sentenciada por oscuras religiones a ser fuente del mal, vinculada a zombis, brujas y hechiceros, la hicieron devoradora de hombres y amiga del Diablo. Pero a pesar de todo la Luna sigue dando cobijo a los poemas de amor y a los sentimientos más humanos

Los niños la llevan a su vera cuando corren en el parque; si se detienen, ella se detiene y, si aligeran, ella también lo hace, como si fuera su ángel de la guarda.

 

“La luna y el niño juegan

un juego que nadie ve;

se ven sin mirarse, hablan

lengua de pura mudez.”

                        Mariano Brull. El Niño y la Luna.

 

Los amantes ruedan con ella entre el canto de los grillos, en perfecta connivencia entre la noche y el cielo. Todo el entorno envuelve el misterio para que brote la semilla del amor.

 

“Toda cabellos tranquilos,
la Luna, tranquila y sola,
acariciaba a la Tierra
con sus cabellos de rosa
silvestre, blanca, escondida...
La Tierra, desde sus rocas,
exhalaba sus entrañas
fundidas de amor, su aroma...”

Miguel de Unamuno, La Luna y la Rosa

 

 

Mujer bajo la Luna. María Marta Guzzetti

 

Los viejos ven reflejada en su imagen los recuerdos que no mueren. Es la poesía colgada del cielo. No es estrella, pero brilla más que ningún otro astro.

 

“Hay tanta soledad en ese oro.

La luna de las noches no es la luna

que vio el primer Adán. Los largos siglos

de la vigilia humana la han colmado

de antiguo llanto. Mírala. Es tu espejo.”

            José Luis Borges. La Luna

 

Los “locos” corren alborotados buscando ese rayo de Luna en el que creen ver sus más profundos deseos. Sin la Luna, ¿qué sería de ellos?

 

“Había visto flotar un instante y desaparecer el extremo del traje blanco, del traje blanco de la mujer de sus sueños, de la mujer que ya amaba como un loco... Aquella cosa blanca, ligera, flotante,... era un rayo de luna, un rayo de luna que penetraba a intervalos por entre la verde bóveda de los árboles cuando el viento movía sus ramas.”

            Gustavo Adolfo Bécquer. “El rayo de luna”. Rimas y Leyendas.

 

Y el bardo dialoga con ella en su monólogo eterno, en la soledad de la noche. Canta a ese rostro rechoncho de mujer campechana, bonachona y tierna, que deja entrever cierto rictus tenebroso que toda mujer consigo lleva. Ella lo tiene loco y sin ella se desespera.

 

“Hi ha qui la beu a galet (Hay quien la bebe a pitorro)
i qui pren lluna a cullerades; (y quien toma luna a cucharadas;)
nova, plena, creixent i minvant, (nueva, llena, creciente y menguante,)
és bona com a sedant. (es buena como sedante.)
La lluna fa companyia (La luna hace compañía)
i alleuja els intoxicats (y alivia a los intoxicados)
de filosofia. (de filosofía.)”

La lluna (La luna) Letra de Jaime Sabines y J.M. Serrat.

Música de J.M. Serrat

 

            Por más que creamos estar solos en la noche, la Luna nos observa. Ya nadie cree que lleva en su seno al ladrón que tragó con la carga de leña, o aquel otro con el haz de zarzas a la espalda y zapatos claveteados que cuentan las leyendas. La degradaron hasta quitarle el título de diosa, que durante milenios paseó orgullosa por el cielo, y quisieron llenar de seres malvados su suelo. Inalterable, impertérrita, sigue su ciclo en silencio, protegiendo a los que a su amor se acogen y a los que con ira vienen pinta su rostro de guerra.

           

“En el aire conmovido

mueve la luna sus brazos

y enseña, lúbrica y pura,

sus senos de duro estaño.”

Federico García Lorca. Romance de la Luna

 

            Su eterna compañera, la noche, ampara al soñador y lo vela, oculta las vergüenzas, desinhibe al hombre, lo hace más libre, y también más débil y humano. La Luna levanta a la noche de sus miserias. No te importe caminar con ella, llévala orgulloso en la frente, pero ten cuidado al mirarla, pues a veces es tan sincera que con su rayo ilumina esa higuera sin hojas en el huerto solitario...

 

            *Juan Antonio López Cordero

 

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