Desequilibrado*
Dicen que el
equilibro es todo en nuestra vida, en el mundo y en el universo. El equilibrio
evita que la balanza de desplaze y arrastre en su caída las cosas, que una
fuerza venza otra e imponga su voluntad, que las estrellas colisionen en el
firmamento, que la convivencia se rompa... y hace que yo te respete y tu me
respetes; porque cuando el equilibrio se rompe, el orden desaparece y el dolor
nos envuelve.
"Noche sin luna
y yo aquí.
Ni velamen ni vientos,
ovillado en la noche
interrogante signo sin frase
Y este dolor
sin raigambre en las cosas
-fantasma sin memoria-
¿vino de un mundo donde no hay ojos,
que velen a la muerte?
Quiero solamente,
en bautismos de alegría y de dolor,
apretarme a la Tierra
bajo el ala quebrada del desvelo."
*Oración de la
Desesperanza. Liber Faco.
El equilibro mantiene el orden también en nuestra mente. Y nos esforzamos
en ello. Pero, a veces, nos sentimos desequilibrados al intentar equilibrar lo
inequilibrable, por reflexionar sobre lo irreflexionable. Entonces, nos damos
cuenta de la complejidad de nuestra mente, y los entendemos a ellos, los
desequilibrados, los enajenados, los alienados...
“Yo prefiero a los locos,
los sensibles, los ingenuos,
los soñadores, los ilusos.
Yo me quedo con los rotos,
los heridos de amor,
los que sangran melodías.
los que lloran poesía,
los que pintan sonrisas,
los que todavía creen en utopías.
Me quedo con aquellos,
que se atreven a seguir soñando,
propagando la esperanza,
e invitando a enamorarse.
Yo me quedo con ellos,
los que no se doblegan,
ante la frivolidad y la apatía,
con los que sienten y vibran,
con los que AMAN todavía.”
*Me quedo con los locos.
Emiliano Sánchez
El Grito. Edvard Munch.
Quizás, porque la vida progresa o regresa por el desequilibrio, por
periódicos vaivenes que la hacen avanzar o retroceder, a veces doblegamos el
fiel de la balanza y, desde el extremo, añoramos la seguridad del centro, para
volver a deslizarnos una vez conseguida, en busca de lo imprevisible, lo inimaginado, como un juego entre la vida y su extremo, la muerte.
"Yo no seré yo, muerte,
hasta que tú te unas con mi vida
y me completes así todo;
hasta que mi mitad de luz se cierre
con mi mitad de sombra
y sea yo equilibrio eterno
en la mente del mundo:
unas veces, mi medio yo, radiante;
otras, mi otro medio yo, en olvido.
Yo no seré yo, muerte,
hasta que tú, en tu turno, vistas
de huesos pálidos mi alma."
Cénit. Juan Ramón Jiménez.
*Juan Antonio López Cordero.
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