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D.L. J-309-2005 ISSN 1699-6151 |
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Ayer, quince de marzo*
I
Fuera de mí:
La inocencia de la tribu humana,
aplausos en la soledad de la noche.
Son un decir: estamos aquí.
Nos han impuesto el silencio,
estamos aquí.
Conmovedor y patético a un tiempo,
vivirlo en este escenario.
Estoy sola frente al mar.
Grandes torres vacías,
desiertas por los adoradores
de un Dios playero y vulgar,
traicionado al morir el estío.
Grandes torres vacías,
un escenario surreal sobre mí.
De súbito, se oyen los breves aplausos
de unas tímidas criaturas.
Sus casas encendidas, dicen:
Estoy aquí.
Así, cada día, comienza la noche.
Es el extraño ritual
que nos ha traído el Siglo XXI,
sus plagas y sus desmanes.
II
Dentro de mí:
Esta es una expedición extraña,
una expedición a mí misma.
Estado de Alarma Nacional decretado.
Como una pequeña Anna Frank,
en este encierro,
en esta soledad frente al mar,
me he construido un amor
con el que hablar.
Sentirme doblemente habitada.
Tengo un ritornelo con poderes de mantra:
A veinte millas marinas está mi amor,
a veinte millas marinas vive él.
El corazón se incendia,
arde el mar.
Estoy en oleaje continuo,
invadido el corazón.
III
En el Mundo:
Vuelvo a encerrarme en casa,
vuelvo a dolerme de mi libertad robada.
Ninguno duerma.
A la caída de la tarde,
en el comienzo de la noche,
he asistido hoy al mismo rito.
Bajo las estrellas nacientes,
unas tímidas palmas humanas,
humilde aplauso,
que dicen sin decir:
estoy aquí, estoy vivo,
tengo fe.
Estamos a la espera de la primavera.
Mundo profano, descreído,
del que brota un nuevo rito,
que levanta nuestro aplauso
hacia las estrellas cada noche.
Ninguno duerma.
*Antonieta García de León. 15 de marzo de 2020. Declaración de Alarma Nacional, esperando la primavera.
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