Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 52. Primavera-2018

Asociación Cultural Claustro Poético

 

  Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

  Coordinador: Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Unas horas

Nacer libre

Un poco de agua

Placer

Quisiera

Soneto III

El alba despertaba

Soneto IV

En el museo de adentro

Esta mañana escribí dos poemas

La mano

Flor de lis

Mi jardín

Llorando me contó un anciano

A Manuel López Pérez

Alma del Darro

Abrazar a los que no abrazan

Borracho de mundo

Dejemos que el Niño Dios nos hable

Detesto las cadenas

Hágase la palabra y se hizo el hombre

La expresión de Dios es vida

La mística cohabita como conciencia

Entrega


Colaboraciones

Nómadas

Crimen y Castigo. De Fyodor Dostoievsky


Noticias

Certámenes de poesía abril-junio-2018


Colaboran en este número


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2017 48 49 50 51

 

 

Detesto las cadenas de aquí abajo y añora las poéticas de allí arriba*


   

Demos tiempo y espacio al verso,

o al verbo de Dios,

para que sea la estela que ilumine nuestra existencia.

 

I.- DETESTO

 

Detesto ser un prisionero del tiempo,

censuro a los que se mueren en savia,

e injertan lágrimas en vez de baladas,

para alentar el alma y abatir la muerte.

 

Maldigo a los que se dejan encerrar

en ellos mismos, y admiro a las gentes

que se dejan cautivar por el camino,

y que paso a paso cultivan la poesía.

 

Si la rosa que es rosa cohabita por mí,

y la luz se enciende cada día por ti,

es hora de pensar más en nosotros,

y en la herencia que vamos a legar.

 

Prosigamos la obra de ser maestros

compasivos, siempre dispuestos

a tejer auxilio en las noches sin luna,

y a tener clemencia hasta de las piedras.

 

II.- AÑORO

 

Añoro el edén en el que todo era belleza,

en el que la pureza nos ceñía por dentro,

hasta configurarnos un rostro de sosiego,

que alimentaba todas nuestras miradas.

 

Por eso, cuánto más atrás puedo echar

el ojo, más adelante me veo el corazón,

que un corazón que siente, transita siempre,

y recorre todo aquello que ama, la vida.

 

La vida, siempre ahí, sorprendiéndonos,

siempre ahí, a la espera de abrazarnos,

ahí siempre para vivirla, amando sin más,

que se ha hecho para revivirnos la pasión.

 

Que la ternura es la puerta de entrada

en el paraíso, la ventana que nos da aire,

y nos pone alas, para perder el miedo

a no ser amor, cuando el amor nos hace.

 

                         *Víctor Corcoba Herrero, 10 de febrero de 2018.

 

 

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