Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 14. Otoño-2008

Asociación Cultural Claustro Poético

 

Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Hipocresía

La perdiz

Tarde a la lumbre

No todo es soledad

La marcha de los días

Sin máscaras

Hay noches

Brindis

Senectud

Aseptisismo

Goteas

Pedofilia

Busco ventanas

Silencio

Ambrosía

Y si estaba tan verde...

Solo tristeza

Somos

Tu y yo

Un río lejano

Pasión tan viva


Colaboraciones

Poesía, legado original...

La playa


Noticias

XVIII Premio de Poesía Ateneo Jovellanos

XII Edición Premios TIFLOS de Poesía

XXXIX Premios Literarios Kutsa ciudad de Irún


Colaboran en este número


Nos anteriores

 


 

 

Poesía, legado original Vs. fenómeno evolutivo*


 

 

PRIMERA PARTE.

 

     No es posible esquematizar, clasificar y catalogar la poesía de nuestros tiempos a punto de quedar sin lugar en los anaqueles de la historia, derivándose éste en un tema fraccionado en que son muchos los elementos capaces de persuadirnos acerca de la crisis que enfrenta nuestra generación ante el presumido y no menos cierto esplendor de otras anteriores.

 

     La poesía en su cualidad lírica distintiva, es la manifestación del instante inspiracional y sus motores, como producto de una o más fases germinativas que en cada transcurso y con la tendencia del ser a perpetuar la memoria y dejar testimonio del sentimiento en el momento fechado por circunstancias y acontecer yuxtapuestos, compendia, a medida de su proyección en el tiempo, códices sugestivos, símbolos atrayentes, que además sirven de anzuelo para internarse en nuevas proyecciones y sobre todo, para lograr de ese producto revelador de estímulos hermenéuticos, efectos lúcidos capaces de despertar la inquietud y el deseo registrados para la posteridad, por la posteridad.


     En la actualidad y entre otros factores, el producto de la divulgación de una visión superficial que se limita a clasificar géneros por catálogos de preponderancia y no por hechos que contribuyan a aclarar la disparidad cuantitativa con respecto a la cualitativa, hay una tendencia que prácticamente sepulta esos estímulos de que hablábamos, cuando desarrolla y propaga criterios fatalistas que, sobre todo, colocan la poesía en una escala de generalidad en apariencia mediocre pero concluyentemente falsa, dada precisamente por efectos tanto teóricos como retóricos y no por esa escala de valores reflexivos que en mi criterio, se aproxima a todo lo contrario.


     El boom de la escritura, que incluye tanto el poético como los distintos géneros, en mayor o menor proporción, no es una exención que deja fuera otros renglones tanto de las artes como numerosas disciplinas y hasta oficios. Que el ser humano, producto del desarrollo de la vida en general debido a los avances de la tecnología, específicamente de las comunicaciones, se aventure cada vez más al desempeño de actividades que aumentan su capacidad tanto expresiva como ocupacional que abarca una amplia gama de campos, antes reservados a personas con facultades, digamos excepcionales o particularmente innatas dentro de cada campo, como a otras con mayor acceso a dichos recursos, no significa que estas últimas no continúen integrando esa franja luminaria que hace de nuestro tiempo uno con bonanza literaria de características propias de este tiempo que deberíamos reconocer y atesorar sin temores a quedarnos debajo en la escala cuando nos comparamos peyorativamente con la profusión o la riqueza en movimientos literarios en el pasado, temores que nos colocan, per se, en franca desventaja con respecto a ese pasado que no vivió su tiempo albergando esos temores y se dedicó a abrir las compuertas de su generación. Tampoco significa que en nuestro tiempo la poesía no haya evolucionado, creado nuevas formas, perdido valor literario y/o virtudes con capacidad generatriz, sino simplemente que de esa composición que, sabemos va en aumento, surge una nueva generalidad capaz de originar la falacia a la que nos hemos aferrado. He aquí la importancia de cambiar la forma en que se mira la facultad actual de la poesía, que por supuesto, ha comenzado a influir de diferente manera en la sociedad. Quienes antes permanecieron en calidad de espectadores y quienes de haberse detenido el curso de la historia sin el impulso de un progreso acelerado, cada vez a mayor alcance de la popularización de los medios masivos de comunicación en que la Internet juega un papel preponderante, hubiesen quedado también paralizados en su antiguo papel de espectadores; sin embargo, hoy son capaces de dar cabida, al menos, al deseo de escribir de propia cuenta esa historia y generar con abrumador crecimiento, una nueva progenitura intermedia o de estándares en que se facilita una interrelación con otras personas con sus mismos o diferentes estándares e inquietudes, que en espera de ascender en calidad y aún en cantidad, se divulga y se estructura en una fase de contemporaneidad con características; primeramente, de desarrollo del propio individuo, y en segundo lugar y no menos importante, como punto de atracción para aquellos que continúan incorporándose, y no como formulario para rellenar datos en lo que respecta a la superioridad del género como tal o con características de mercado teniendo en cuenta que este último concepto merece un capítulo aparte.

 

     Con respecto a cambiar esa incomprensión que recae en el individuo promedio, sin habérselo propuesto, elemento del conjunto cohesivo capaz de poner en marcha una maquinaria que cobra fuerza e identidad en sentido universal, no es un mero planteamiento, sino sin lugar a dudas fenómeno evolutivo que afecta y continuará afectando de manera gradual esa forma en que debe tomársele en cuenta y que en modo alguno obstruye el paso de cualquier manifestación del arte en su carácter de autenticidad o, en nuestro caso, de la poesía como legado original.

 

     Somos hoy día parte, y parte de la posteridad consecuencia de aquellos que nos legaron su historia y nos estimularon a seguirlos. Somos, hoy día, elementos claves de un conjunto en estado de crecimiento constante, argamasa y producto del fermento de otras generaciones y a la vez, fermento multiplicándose por y para a posteridad. No veo por qué tendríamos que quedarle mal a esa historia precedente; tampoco a esa posteridad que indefectiblemente ha de tomarnos en cuenta.

 

 

    *María Eugenia Caseiro

     Ciudad de Miami

     Mayo 24 del 2008

 

 

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