Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 14. Otoño-2008 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero |
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La playa*
Se va el verano, y con él las vacaciones, el descanso... y la playa, un ritual de la sociedad contemporánea que sigue siendo mayoritario y nos empuja inconscientemente a realizar cada año. Pero es éste un acto complejo que, aunque parezca relativamente reciente, es heredero de tradiciones seculares, realizado en un lugar donde el mar y la tierra se dan la mano. Allí se rompen los esquemas tradicionales, la llanura de arena denota la igualdad, al igual que la desnudez del ser humano, que muestra su imagen primigenia, de homínido, que en hordas desorganizadas acude a la llamada del instinto; como si inconscientemente quisiera rendir homenaje al mar, de donde surgieron los primeros seres animados que cometieron el “pecado” de colonizar la tierra.
“Entonces conseguiste llegar hasta la playa Es un ritual ancestral, que procede de la noche de los tiempos, cuyas huellas lleva el hombre impreso en sus neuronas. Es el acto repetitivo de purificación con la inmersión del cuerpo en el agua, un renacer bajo el testigo del dios Sol, del que los cuerpos absorben sus efluvios a través de sus rayos. Todos juntos, en masa, desnudos, hermanos, sin diferencias de clases sociales o estamentos.
“Se querían de día, playa que va creciendo, Se querían. Vicente Aleixandre.
Unos junto a otros, ocupando el mismo suelo, la misma agua, compartiendo las mismas olas, recordando ese estadio de comunismo primitivo que estableció Engels en su evolución histórica de la sociedad. Al caer el Sol, el ceremonial se interrumpe, la playa está triste, queda desierta y la noche libera las penas.
“Tengo estos huesos hechos a las penas
Tengo estos huesos hechos a las penas. Miguel
Hernández. Desafiantes en los roquedos, faros y torres vigilan el mar; hoy día en calma. Hace tiempo que los piratas no arriban a las playas, cambiaron los bermudas por el traje y la corbata. Hoy, en cambio, el mar trae a la playa cayucos y pateras cargados de sueños e ilusiones. Gentes que también volverán a playa de donde vinieron y, entre el Sol y el mar, seguir su instinto.
“¿Oyes el mar?
Definitiva soledad. José Albi.
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