Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 47. Invierno-2017 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinador: Juan Antonio López Cordero |
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Sus pasos*
Sus pasos eran ligeros, seguros, esbeltos. Llevaban un movimiento rítmico, suavemente sinuoso, hipnotizador, que le hizo ir tras sus pasos con instinto ciego.
“Cruza callada, y son sus movimientos silenciosa armonía: suenan sus pasos, y al sonar recuerdan del himno alado la cadencia rítmica…” Rima XXXIV. Gustavo Adolfo Becquer.
Un día dejó su casa y echó a andar. Tras sus pasos se sentía seguro, necesitaba sentirse seguro a cualquier precio. Todo lo demás no importaba. No había dudas, sólo había que seguir caminando tras ellos, mientras sus pasos parecían destilar al viento perfumes embriagadores.
“Jazmines en el pelo y rosas en la cara, Airosa caminaba la flor de la canela, Derramaba lisura y a su paso dejaba Aromas de mistura que en el pecho llevaba.
Del puente a la alameda menudo pie la lleva Por la vereda que se estremece al ritmo de su cadera. Recogía la risa de la brisa del río Y al viento la lanzaba del puente a la alameda.” La Flor de la Canela. Chabuca Granda
At los pasos. Leonid Afremov
Sus pasos llevaban al hogar donde no entran los hombres que caminan detrás, los de paciencia infinita, los hacedores de sueños imposibles, aquellos que ansiosos esperan verlos de nuevo para volver a seguirlos, en un plácido sueño difícil de despertar.
"Te di mi promesa a ti, no hay otra Eres la número uno Sobre ti está el velo azul del cielo y las margaritas suenan como flautas El racimo de uvas es llevado de a dos y tus pasos son como un mar de espigas". Mi amada cumple cincuenta años. Ahuvati Bat Chamishim.
Eran más que sus pasos, eran su Norte, su dirección, su guía, únicos, singulares, imposibles de emular. Le daban razón de su existencia, sin saber muy bien porqué. Día tras día, año tras año, aquellos pasos eran pilar de sus creencias, que parecían dogmáticas y eternas, sin escuchar las voces que le avisaban de su ciego vínculo.
“Comienza, pues, y dime adónde apunta El alma tuya, y ten por cierto y fía Que tu vista extraviada no es difunta;
Porque la Dona que tus pasos guía En esta esfera, tiene en su mirada La virtud de las manos de Ananías”. La Divina Comedia. Dante Alighieri.
Hasta que un día, al ocaso, sus creencias comenzaron a tambalearse, pues aquellos pasos comenzaron a flaquear. El líquido sinovial escaseaba, los cartílagos se deterioraron, el juego de las rodillas se hizo más torpe, y aquellas rítmicas caderas perdieron el compás. La magia se esfumó. Pensó haber perdido la vida detrás de una estrella que se apagaba, y que con su luz se iba la suya. Se sintió inseguro, frustrado, cual hombre en el mito de la caverna. Y tuvo miedo. Cerro los ojos, para seguir viendo los pasos tal y como fueron, grabados con fuego en su mente, mientras la luz se perdía y abrumadora avanzaba la última noche.
"A lo largo del día Se precipita el miedo, y una falsa ternura parece asomarse desde el fondo de los lagos. El aire huele a pasos cansados. Una extraña calma nos habita, nos detiene la madrugada. El centro de la luz se ha fugado. Nos ha dejado gotas inversas en la médula. Los peces se hacen hombres cuando se les mueren las escamas. Las calles dudan de nuestros rumbos. Esconden el asfalto debajo de la grama. La gente cruza de un lado a otro y se tropiezan en sus ojos.
Se obscurece el día y tengo la sensación que desaparezco en medio de una perversa letanía que lleva mi nombre." A lo largo del día. Fabio Castillo.
*Juan A. López Cordero.
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