Elena Cobo Gámez, nace en Jaén, en un barrio rebosante de historia, calle de La Merced, con calles sinuosas y empedradas, de casas limpias y encaladas. Su lugar de juegos, la plaza de Santa María, junto a la Catedral que la observa y la forma, y la plazoleta del Conde que la ve correr y crecer.

    Su adolescencia la pasa ya en otro barrio viejo, San Bartolomé, con su plaza recoleta de rincones rancios, calle de Accesoría de San Agustín, hoy del pintor Carmelo Palomino Kaiser. Después se asienta en El Arrabalejo, siempre cerca de la historia giennense.

    Estudia la primaria en el colegio del "Casino de Artesanos", lugar donde se asentaba el palacio del Condestable Lucas de Iranzo, con olores rancios de humedad y humo, y Divino Maestro, donde termina su primera formación. De aquí parte a realizar el bachiller en el Instituto Santa Catalina de Alejandría, terminando COU en el nocturno del Instituto Virgen del Carmen. Comienza la Carrera de Historia en la UNED, con sede en Úbeda, pero ante la dificultad de simultanear el estudio con el trabajo, abandona los estudios oficiales y se centra en la labor profesional en Jaén, en Telefónica, donde a lo largo del tiempo va promocionando en distintas categorías laborales: Operadora, Administrativo, Asesor Comercial, Encargada de Servicios Comerciales, Técnico Comercial y en la actualidad es Consultor de Calidad en los Departamentos Centrales en Madrid.

    Debido a su gran amor a la música, realizó el grado elemental de piano, en el Conservatorio Profesional de Jaén, pero de nuevo el tiempo de la afición y del trabajo se hacen incompatibles. Ha realizado diversos cursos de Arte, Historia, Fotografía, obteniendo el primer premio del I Concurso de Fotografía de la Cultural Telefónica.

    En el año 2002, fue la pregonera del  Cristo de Charcales.

    Es gran amante del Arte con mayúsculas. Le gusta viajar y escribe por imperativo emocional de su corazón, describiendo sus sensaciones.

    Pero por encima de todo está su amor a Jaén, sus gentes, su historia, y desde el "exilio dorado" de Madrid no deja que los aires de la capital se mezclen con las ventoleras de Jaén.

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