Claustro Poético

Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 56. Primavera-2019

Asociación Cultural Claustro Poético

 

  Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

  Coordinador: Juan Antonio López Cordero

D.L. J-309-2005

ISSN 1699-6151

CONSEJO DE REDACCIÓN

Poemas

Campo magnético

De rodillas

Enma

El frío

Homenaje a Federico García Lorca

Homenaje a Wall Withman

Quiero parecerme a Lope de Vega

El instante eterno

Dos alas de libélula

Laudo

Nada

Ama siempre para que el mundo cambie

Ante el umbral del año nuevo

Combate espiritual

Dejémonos conmover por la bondad del Niño Dios

El demonio que llevamos dentro

El ejercicio del amor

Los hijos de la poesía han de manifestarse


Colaboraciones

El Arco

80 años de la muerte de Antonio Machado


Noticias

Certámenes de poesía abril-junio-2019


Colaboran en este número


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El Arco*


Cuando paseo por el campo, a veces, intento atrapar la poesía del paisaje. Y creo ver cosas que los ojos no ven. Son como sueños que emanan del entorno, que sólo ven los que lo saben, porque el paisaje no es silencio, está vivo y trasmite sus vivencias. Así, creo ver, el Arco erguido, en su esplendor, majestuoso, la puerta al Betis, que da acceso a la más fértil región del imperio. Desde el Mediterráneo la vía Augusta se adentraba entre las sierras en busca del río. Lo encontraba en su origen junto a la Cerradura de las sierras, esquivaba la última angostura, en Peñarrubia, bordeándola por el Norte, donde el paisaje se abre lentamente hacia la antigua Mentesa, en busca de la gran campiña. El romano levantó allí el Arco, en el inicio del Betis por la vía Augusta. La puerta a la fertilidad, a la belleza, a un paisaje hoy cubierto de olivos.

 

“Viejos olivos sedientos
bajo el claro sol del día,
olivares polvorientos
del campo de Andalucía!
¡El campo andaluz, peinado
por el sol canicular,
de loma en loma rayado
de olivar y de olivar!
Son las tierras
soleadas,
anchas lomas, lueñes sierras
de olivares recamadas.
Mil senderos. Con sus machos,
abrumados de capachos,
van gañanes y arrieros.
¡De la venta del camino
a la puerta, soplan vino
trabucaires bandoleros!
¡Olivares y olivares
de loma en loma prendidos
cual bordados alamares!”

       Los olivos. Antonio Machado.

 

Miro la roca del Arco dos mil años callada. Los hombres le dieron nombre y vida al entorno, que el tiempo se afana en olvidar en su frenético devenir. Por donde pasaron grandes ejércitos, llevados de glorias que ya no se encuentran, efímeras historias de altivos romanos, que antaño pasaron en luengo cortejo debajo del Arco.

 

“¡Ya viene el cortejo!
¡Ya viene el cortejo! Ya se oyen los claros clarines,
la espada se anuncia con vivo reflejo;
ya viene, oro y hierro, el cortejo de los paladines.

Ya pasa debajo los arcos ornados de blancas Minervas y Martes,
los arcos triunfales en donde las Famas erigen sus largas trompetas
la gloria solemne de los estandartes,
llevados por manos robustas de heroicos atletas.
Se escucha el ruido que forman las armas de los caballeros,
los frenos que mascan los fuertes caballos de guerra,
los cascos que hieren la tierra
y los timbaleros,
que el paso acompasan con ritmos marciales.
¡Tal pasan los fieros guerreros
debajo los arcos triunfales!

…”

     Marcha triunfal. Rubén Darío.

 

Glorias olvidadas, atrapadas en unos párrafos que el poeta sembró e hizo poesía. La imagen de un Arco que curtidos brazos levantaron y otros también curtidos desmontaron. Unos atendieron a la gloria de una transitada vía, otros a prácticas y coetáneas razones. Pero es difícil borrar lo que fue grande y hermoso, escasos y semienterrados restos surgen en el paisaje, donde la toponimia, dos mil años después, aún recoge su recuerdo, junto al paraje de Los Arcos y del Calauzo (de cala=piedra y uzo=puerta). El Arco, la Puerta de Piedra, cual si aún siguiese allí en esbeltez y belleza, alumbrando a la vieja patria.

 

“De hierro, no de oro, fue la aurora.

La forjaron un puerto y un desierto,

unos cuantos señores y el abierto

ámbito elemental de ayer y ahora.

Vino después la guerra con el godo.

Siempre el valor y siempre la victoria.

El brasil y el tirano. Aquella historia

desenfrenada. El todo por el todo.

Cifras rojas de los aniversarios,

pompas del mármol, arduos monumentos,

pompas de la palabra, parlamentos,

centenarios y sesquicentenarios,

son la ceniza apenas, la soflama

de los vestigios de esa antigua llama.”

       Elegía de la patria. José Luis Borges.

 

 

Y el viejo camino se hizo autovía. Allí, a su vera, lloran los restos del Arco su olvido, mientras los viajeros pasan a velocidad endiablada, ignorantes, ciegos, inconscientes que ruedan sobre milenios de historia, bajo un puente que jamás podrá emular el Arco Triunfal de la vieja Bética.

 

*Juan Antonio López Cordero.

 

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