Claustro Poético Boletín virtual de poesía, edición trimestral. Nº 8. Primavera-2007 Asociación Cultural Claustro Poético
Director: Juan Carlos García-Ojeda Lombardo Coordinadores: Fernando R. Ortega Vallejo y Juan Antonio López Cordero |
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El cántaro roto* Se llamaba Fernando. No sé sus apellidos, sólo el alias con el que le denominaban todos, "Cara Sucia". Formaba parte del pueblo como algo innato al mismo. Le recuerdo bajar el callejón hacia la fuente de la Laguna con un cántaro en el brazo, y subirlo de nuevo lleno de agua hacia su casa, situada en la parte más alta, sin luz ni agua corriente. Su actos eran el recuerdo de décadas pasadas, de cuando hombres y mujeres llenaban las calles de vida colectiva, actos cotidianos repetidos durante siglos. El cántaro iba y venía a la fuente en manos de Fernando como lo fue en las manos de sus padres, sus abuelos,... y esa imagen quedó grabada en su cerebro, donde el tiempo se detuvo en edad temprana, en la que el cántaro mantuvo el sentido e imagen que los demás perdimos.
“El
cántaro que tiene la suprema “El Cántaro”. José Ángel Valente Fernando vivía solo, una soledad abrumadora que le dejaron sus padres a temprana edad. A los cincuenta años, su cuerpo desaliñado infundía pena y su rostro tristeza, reflejo de una mente infantil que el nacimiento marcó para siempre. Sin embargo, cuando le veía bajar los escalones camino de la Fuente con el cántaro entre los brazos, algo cambiaba en él. El cántaro y Fernando su unían en un abrazo intenso, un acto que iba más allá de la mera rutina, trascendía el tiempo, y con él parecían marchar miles de brazos camino de la fuente en busca del agua, de la vida.
“Me das la sed y el agua, ...
Tornas bella toda fealdad: “Poesía”. Fernando González-Urízar Su vida era la mera existencia, para lo que contaba con algún que otro esporádico jornal en el campo. No necesitaba mucho para vivir. Todo era muy sencillo en él, tanto que le hacía víctima de los “lobos” del lugar. Continuamente era objeto de mofa para aquellos que buscan llenar su ego con la humillación del más débil. Incluso los niños imitaban a los mayores en estas acciones.
“Rapaz do cantaro”. Enrique Pousao Un día, Fernando "Cara Sucia" bajaba el callejón con su paso tímido y vacilante hacia la fuente llevando el cántaro vacío. Unos niños le seguían, mofándose y tirándole piedras al cántaro que Fernando intentaba evitar interponiendo su cuerpo. Una de las piedras impactó en él y quedó hecho añicos. Fernando se sentó en el suelo entre lágrimas mientras impropiaba a los risueños niños. Lloraba y lloraba sin consuelo, como un chiquillo. Su mente infantil le hacía impotente ante los incultos, crueles e impíos salvajes que le atormentaban.
“y más palabras sin sentido “La Fuente de Carmen Amaya”. José Hierro Rompieron el cántaro y rompieron su mente, crujió como una granada desparramando los sueños por el suelo. Los desalmados, en su inconsciencia, le habían destruido todo menos la sed. Fue la humillación más intensa, el golpe más bajo, la ruindad humana personificada en un acto. Y los niños reían y reían en cruel orgasmo infantil. Habían ejecutado los amagos que realizaban los mayores, como buenos cachorros; mientras la rabia impotente azotaba la mente de Fernando sin encontrar salida.
“he
aquí al polvo que se levanta como un rey amarillo y todo lo descuaja y danza
solitario y se derrumba “El cántaro roto”. Octavio Paz. Fernando murió días después, en plena calle, de repente, algunos dicen que de hambre. Aquella muerte, que puso al descubierto las miserias que ocultamos, fue una losa para la conciencia de algunos e indiferente para la inmensa mayoría. Ya no volverá su cántaro a transportar el agua de la fuente, ni a llenar el callejón de poesía. Se acabaron las crueles diversiones de almas despiadadas. Nunca olvidaré su imagen, con ese cántaro roto entre unas manos que querían recomponerlo desesperadamente y no podían. * Juan Antonio López Cordero. Envíanos tus poemas
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