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D.L. J-309-2005 ISSN 1699-6151 |
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Entre los muros de la vida*
Los humanos hemos levantado tapias
a una vida que se compone de horizontes.
La hemos deformado en una jungla,
con nuestro rostro inhumano,
con nuestras pasiones egoístas,
con nuestros pensamientos salvajes,
con nuestras manos perversas,
con nuestro abrazo destructor.
La vida es para vivirla sin murallas,
de tal manera que viva compartiendo.
Aquel que no comparte su vida,
la derrocha en soledad ciegamente,
recogerse para sí no clarea caminos.
Somos latidos de un astro radiante,
vida en formación que confluye luminosa,
vida para compartir que fluye en amor,
vida en camino para los caminantes,
que esta vida es deseo y aspiración.
Que se abran todas las barreras
y se cierren todas las trincheras,
en seguida mi sueño se tornará sonrisa.
Sonrisa que ha de compartirse con la vida,
con cada uno de sus moradores y con todos,
qué cuanto más comunico,
más maravillosa se vuelve la existencia.
Quitemos los muros que nos separan
y busquemos las madreselvas que nos enraízan.
Quien no ama la vida de sus semejantes,
no se merece tampoco la suya.
La vida es como un hálito
y todos los vahos se precisan;
es la belleza que nos embellece,
no la destruyas;
es el amor que nos enamora,
no lo desenamores;
es lo que es,
vívelo, aunque sea con un corazón partido,
pero siempre acompañado.
Hagamos cosas pequeñas y entre pequeños,
que la vida
no es de los que realizan cosas grandes.
Construimos muros sin puentes,
paredes sin poesía.
Pensamos que la vida nos pertenece
y hay que ganársela cada uno para todos
y todos para cada uno,
¡sin que ello me de pánico!,
¡sin que por ello se me resquebraje el alma!.
*Víctor Corcoba Herrero, 9 de junio de 2012.
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